Recién hemos participado de la segunda Mesa Redonda en este 2022 y uno de los capítulos abordados fue el de Business Agility y entonces escuchamos, entre otras menciones, de measures of success, ecosistema, células, cliente en el centro, y otros términos que invitan a la curiosidad y especialmente a la acción, pues ésta es nuestra nueva forma de trabajar. Entonces nos preguntamos: ¿Business Agility, tendrá que ver conmigo, con nosotros?, ¿qué es y a quién hay que dirigirse para que me la instalen en la “compu”? ¿Traerá manual de operación?

Pues bien, Business Agility o Agilidad Empresarial se trata de una capacidad que exhibe o que manifiesta, una empresa en sí misma. Se trata de un viaje, no un destino. Y, ¿para qué sirve? Pues demuestra que la empresa, como organismo vivo, no solo es capaz de reaccionar más rápido, en la dirección correcta al cambio que propone el entorno al que sirve, sino, en una fase más avanzada a crear el mismo cambio. Es decir, que nuestros productos/servicios/resultados son apreciados altamente por nuestros clientes y en la fase avanzada creamos nuevos mercados para clientes que aún no existen. Uff, qué nivel!

Para exhibir tal capacidad, ésta se debe desarrollar, no es algo que compras para instalar. Se tenía que decir y se dijo. El núcleo, el centro, el factor crítico de éxito, el sustantivo que posibilita desarrollar esta capacidad somos nosotros. ¡Si! Tú y yo y todos los que hacemos parte de esta familia. Somos nosotros los que, a través de nuestras interacciones diarias, cultura de trabajo, podemos redefinir las formas como abordamos nuestros retos, dadas las capacidades, para crear y entregar productos/servicios/resultados de altísimo valor, que respondan a las exigencias de nuestros clientes, a sus necesidades, a sus preferencias, trabajando de forma inteligente. Un pensamiento sobre valor, sea cual sea su naturaleza, es aquel que percibido por el cliente cuando este recibe lo que hacemos, cuando lo necesita, cuando lo sorprendemos. Eso es poner el cliente en el centro.

Y entonces, ¿la agilidad como entra en la ecuación? ¡buena pregunta!. Pues Agility o Agilidad es más acerca de mentalidad que de métodos o recetas. Como mentalidad, la agilidad no se orienta a que trabajemos más duro o más rápido, en realidad es una invitación a trabajar de forma inteligente: más unidades de valor por menos unidades de esfuerzo invertidas en lo que hacemos. Al ser la agilidad algo más filosófico, etéreo, requerimos instrumentos que nos ayuden a hacer operativo este tipo de mentalidad. Sin embargo, sin importar el instrumento que usemos, es mandatorio reconocer que la magia está en nosotros como usuarios del instrumento y no en éste per se. Estos instrumentos, normalmente, no nos hacen ágiles por definición. ¿Ah no? No. Lo que sí hacen y lo hacen muy bien es mostrarnos qué es lo que está evitando que nuestro potencial colectivo se desate. Por tanto, lo primero que debemos intentar es experimentar colectivamente para determinar qué es lo que nos está anclando hoy en día, ¡dónde está el lastre que nos evita entregar valor más rápido y abrir conversaciones para eliminar esos impedimentos, reducirlos o transferirlos. Ese es el nivel uno: células o equipos ágiles, normalmente de 10 o menos colaboradores, con las habilidades necesarias para enfrentar un reto y hacer realidad un producto/servicio/resultado único y valioso que haga realidad un deseo del cliente. Además, estos equipos, colaboran activamente para lograr, como mínimo, las metas que se proponen y siempre buscan superar las expectativas de nuestros clientes. Ese es el verdadero ADN de la agilidad, la colaboración activa.

En el nivel dos, los equipos ágiles que mejor implementan la mentalidad ágil participan, idealmente, alrededor de un proyecto. El reto en este nivel viene en la forma de coordinar estos equipos sobre el proyecto escogido. Consideremos que una de las variables en un proyecto estratégico es su ventana de oportunidad. Si a un proyecto de esta naturaleza le asignara un solo equipo, por más ágil que sea, es probable que para el momento que esté listo el producto/servicio/resultado este ya no tenga encanto para el cliente, es decir, se ha perdido su ventana de oportunidad. Imagínate una implementación de navidad, en marzo! ¿Me sigues? ¿Cómo se resuelve? Múltiples equipos ágiles, maduros, coordinados y sincronizados, usualmente a través de un marco de escalamiento, trabajando en un proyecto estratégico, con la intención de validar incremental y directamente con el cliente, (recuerda, cliente en el centro) su potencial de valor, tan rápido como sea posible y haciendo ajustes en la dirección correcta.

¿Y cómo sabemos si vamos en la dirección correcta? Para eso se definen y usan las measures of success o medidas de éxito. Estas buscan vincular de manera fiable causa y efecto de tal forma que si el vínculo es fuerte continuamos con lo que estamos entregando. En caso contrario, lo saludable es cambiar la apuesta.

En la medida que más equipos se suman generando masa crítica de agilidad se llega a la fase de ecosistema. Aquí se desata la reacción en cadena en donde la empresa se comporta como un sistema biológico, constituido por una comunidad de organismos vivos (nosotros en equipos ágiles, proveedores, clientes) y el medio físico donde se relacionan. En síntesis, equipos agiles individuales maduran a nichos ágiles, estos, a su vez, trascienden, a través de la coordinación entre ellos, hacia el ecosistema. El ecosistema exhibe agilidad empresarial.